Proyectando el futuro: Del deseo al cambio



Cada vez que termina un año y comienza otro, nos hacemos promesas para cumplir con algún sueño o deseo que tenemos en mente, pero la mayoría terminan abandonadas por el camino a medio hacer  dejándonos la desagradable sensación de no terminar lo que nos proponemos.  El asunto es que nos pasa una y otra vez, entonces

  ¿QUÉ PODEMOS HACER PARA QUE ESTE AÑO SEA DIFERENTE?


He aquí algunos consejos para que podamos alcanzar nuestros propósitos con mayor porcentaje de éxito y sin abandonarlos por el camino.
Es natural querer cambiar, el deseo de cambio es la NECESIDAD  que empuja al ser humano hacia su desarrollo y el que le da sentido a su acción. Nuestra evolución se frena cuando dejamos de desear. Cuando no reconocemos en nosotros la necesidad de cambiar, resulta muy útil explorar las insatisfacciones que tenemos para buscar el impulso que nos motive hacia el cambio.
Conocemos la utilidad de tomarnos el tiempo necesario para imaginarnos el futuro y sembrar en nuestra mente y corazón las semillas del cambio. Pero para cambiar no basta solo con desearlo, hay que ir más allá para provocar la motivación de querer actuar de otra manera, analizando las consecuencias  del mismo, tanto los beneficios y utilidad que supondrá, como aquello que pudiera resultar perjudicial para la persona y/o su entorno, si el cambio se produjera.
Y es que si nuestros deseos están de acuerdo con la ecología[1] del sistema afectado producimos un estado de ánimo que propicia la nuestra cooperación para acceder al cambio deseado.
Esa Necesidad que nos surge proviene de la insatisfacción con nuestras aspiraciones en la vida, con aquello que hemos soñado ser, con la imagen ideal de nosotros mismos. Pero para llegar a ella debemos pasar por diferentes etapas y cumplir diversos objetivos.  

Objetivos  que están enmarcados en un contexto más amplio cuyo nivel más alto es el de satisfacer una aspiración (deseo) congruente con los valores que guían en nuestras vidas. Por ello es importante clarificar nuestras aspiraciones para poder establecer objetivos más precisos que serán los que en última instancia nos ayudaran a conseguir las aspiraciones.
Pongamos el caso de los propósitos de año Nuevo, específicamente el perder peso,  preguntémonos que es lo que aspiramos realmente, porque siempre decimos quiero perder  X kilos, pero la pregunta real es:
 ¿Para qué? ¿Qué será diferente en nuestra vida si los perdemos? ¿Cómo nos sentiremos cuando ya nos los tengamos? ¿Qué conseguiremos cuando hayamos adelgazado?
Las respuestas a esas preguntas nos permitirán clarificar la aspiración (Valor) y por lo tanto nos conducirán a plantearnos objetivos específicos para llegar a la meta; pero si solo tenemos objetivos sin saber hacia dónde nos llevan, o  para qué queremos cumplirlos, seguramente  los abandonaremos  a la mitad del camino.

Es por eso que la definición del destino final es tan importante o más  que  elegir el camino a seguir. Y cuando nuestro destino final está bien definido, dirigimos espontáneamente nuestras acciones en esa dirección, evitando así las distracciones, y los saboteos conscientes o inconscientes.
En ocasiones las aspiraciones son vagas o demasiado extensas por lo que es recomendable desglosarlas para poder actuar sobre espacios más pequeños que puedan ser mejor controlados.
Por ejemplo cuando decimos: Este año quiero estar más saludable
Podemos preguntarnos:
¿Cuándo me sienta más saludable que estaré haciendo diferente? ¿En qué situaciones especificas quiero sentirme más saludable? ¿Cómo sabré que estoy más saludable?  
También podemos preguntarnos ¿En qué situaciones siento que no estoy saludable? ¿En que pienso cuando me siento así?  Estas preguntas nos ayudan darnos cuenta de muchas veces lo que hacemos es lo que nos lleva al estado que precisamente queremos evitar.
Algunas bases para definir los objetivos:
Los Fundadores de la PNL[2], han señalado que para que un objetivo sea operativo, es decir pueda ser llevado a cabo, debe cumplir ciertas condiciones:
1.       Debe ser específico, concreto y mensurable, que nos permita medir de alguna forma el progreso hacia su cumplimiento.
2.       Estar formulado afirmativamente, insertado en un contexto  e invitar a la acción. La expresión negativa de un objetivo constituye el principal obstáculo para su realización y es que  en el mundo de la experiencia las negaciones no pueden existir.
3.       Debe ser posible de alcanzar, es decir que sea realista
4.       Debe ser responsabilidad de la persona que quiere alcanzarlo.
5.       Debe respetar el equilibrio interno y relacional, es decir ser ecológico.
Las preguntas clave son para definir los objetivos son:
¿Qué queremos conseguir o mejorar? ¿Cómo sabré que lo estoy consiguiendo? ¿Dónde lo conseguiré? ¿Es mi responsabilidad, que puedo hacer para conseguirlo? ¿Qué consecuencias positivas/negativas tendrá el conseguirlo?  ¿Qué le aportará a mi vida?
Responder estas preguntas nos permite liberar el espacio  para soñar, para  imaginar con libertad y creatividad, permitiéndonos construir mentalmente la imagen de bienestar que deseamos, generando mayor motivación para el logro, haciéndolo atractivo y dirigiendo nuestra energía hacia la situación deseada.
Una vez hecho esto, nos queda por evaluar:
  1.  Los medios de que disponemos para lograrlo,    
  2. Que recursos necesitamos, cuales son las etapas a seguir,  y
  3. Con qué obstáculos podemos encontrarnos.
En este punto no solo evaluamos nuestros propios recursos sino que también los recursos relacionales, materiales y técnicos disponibles en nuestro entorno. Entramos en la etapa de la programación y de la logística, recordemos que dijimos que podíamos dividir el objetivo en etapas para hacerlo más fácil de alcanzar; en este sentido será importante el desglose que hayamos hecho con el fin de identificar las tareas a realizar para organizarnos.
Evaluar los obstáculos también es importante, porque nos permitirá darnos cuenta con anterioridad si es necesario rediseñar el objetivo antes de que estemos a la mitad del camino, evitándonos frustraciones.
Es importante llevar un registro de las cosas que hacemos en función de nuestra meta,  de los logros por pequeños que parezcan. Que no pase un dia sin que hagamos algo que nos acerque a ella, así cada dia estaremos más cerca; pero también es importante que seamos tolerantes con nuestros fracasos, que aprendamos de ellos y nos sirvan de brújula para rectificar el rumbo.
Si ponemos en práctica estas sencillas instrucciones quedaremos sorprendidos con los resultados y cada dia estaremos más cerca de la persona que soñamos ser.
Ma. Helena Villalobos L.
Psicoterapeuta-Life Coach


[1] f. Parte de la sociología que estudia la relación entre los grupos humanos y su ambiente, tanto físico como social. (RAE)
[2] John Grinder y Richard Bandler.